lunes, 29 de marzo de 2021

Shhh...

 Es de mañana. Qué ganas de no haber despertado. Otro día más para sobrevivir, ojalá que sea el último.

Cuando alguien me conoce se enorgullece de "mi valentía", de "mi coraje", de "mis ganas de vivir", de que "soy un luchador". Luego se alejan y a los 5 minutos ya me olvidaron. Pero los de aquí no me olvidan ni piensan que soy valiente o un luchador. Les doy lástima, les provoco repulsión, soy un ejemplo de cuando la naturaleza se equivoca, soy la vergüenza de mamá.  Mi madre... Antes era más fácil. Cuando era pequeño, mi madre me cargaba y salíamos a pasar a donde hubiera más gente. Ahí, las personas se compadecían de ella y de mí y le daban ánimos y palabras de aliento. Mi madre lloraba al platicar lo difícil que era la vida y agradecía las muestras de cariño. A veces nos daban comida o juguetes. Mi madre lloraba más y lo agradecía como si no existiera algo mejor en el mundo que eso. No teníamos carencias, no necesitábamos la caridad. Mi madre sólo quería ser el centro de atención, sólo quería sentir la alabanza y aprobación de los demás... Cada día de mi infancia fue igual: paseos, lágrimas y compadecimientos eternos. Luego cambió.

Crecí. Pasé de ser "un pobre niño con el que la vida había sido muy injusta" a un adulto desagradable de ver. Mi aspecto ya no provocaba lástima sino rechazo, la gente ya no se acercaba, simplemente fingía no verme. Yo ya era demasiado pesado para que mi mamá me cargara y, el hecho de "caminar" era todo un espectáculo propio de un circo de extraños, un "fenómeno" como tantas veces me gritaron. Dejamos de salir. Mi mamá me odió. Le arrebaté ser el centro de atención. Qué vergüenza que la gente dijera que tiene un hijo "mal". Mejor fingir que no existo. Mejor dejarme en casa y esperar a que las personas se olvidaran de mi aspecto. Entonces sí compadecían a mamá pero sin la incomodidad de tenerme a un lado, de estar viéndome.  Mamá volvió a salir todos los días, yo ya no.

Sus paseos me daban la calma de no sentirme señalado al menos un rato, de olvidar mi aspecto y mi condición... ¡Pero yo tenía reglas!: No abrir la puerta a nadie ni intentar responder si llegaban a tocar (como si pudiera). Jamás contestar el teléfono. Evitar hacer ruidos para que los vecinos no me escucharan (para evitar recordarles que en el departamento de al lado, o de arriba, o de abajo vivía alguien como yo). Nunca mirar por la ventana... Al inicio fue complicado, tenía que fingir que yo no existía para poder ser yo; después, con los años me acostumbré a ser un mueble más, o como una planta, o como ese montón de cosas viejas que ya no se quieren pero no se sabe qué hacer con ellas, ése era mi rol, lo inservible amontonado en una esquina, llenándose de polvo. Durante todo ese tiempo obedecí cabalmente las reglas de mamá, todas excepto una: mirar por la ventana.

El departamento estaba en el último edificio de la unidad y una ventana daba hacia el fondo. Ahí pasaban mis dos (únicas) cosas favoritas: el estacionamiento y el Rufián. El estacionamiento era un cuadro de cemento desgastado donde todos guardaban su coches de la peor manera posible, era todo un pasatiempo y espectáculo: los que llegaban antes agarraban buen lugar y los últimos carros se quedaban en la salida, bloqueando el paso. Cada mañana había una serie de gritos entre los vecinos que querían salir y los que no querían ir a moverse; cuando los gritos ya no servían, entonces tocaban el claxon  y cada toquido era un grito desesperado de un vecino exigiendo, suplicando, que fueran a mover lo que les estorbaba para que pudieran salir de ese cuadro de cemento tan desgastado y horrible, para que pudieran ir a donde quisieran sin que nadie los detuviera...

Lo segundo era el Rufián. El Rufián era un hombre que frecuentemente llegaba al estacionamiento con sus amigos, tomaban cerveza y jugaban futbol. La cerveza y el futbol nunca me interesaron, pero el Rufián sí que me interesaba. Alto, delgado, brazos y piernas firmes, su piel bronceada por las innumerables tardes jugando... el Rufián. Era famoso. Jugaba bien. A veces iba con una mujer, cada cierto tiempo la mujer cambiaba, pero el Rufián seguía igual de atractivo. El Rufián. En otra vida me habría asomado, le habría preguntado si podía jugar con ellos, me habría hecho su amigo, lo habría visto de cerca, lo habría abrazado al anotar un gol... en otra vida. Ni el Rufián ni sus amigos eran "bien vistos", todos decían que eran unos "buenos para nada" (seguro de mí también decían lo mismo).  Cada tarde que llegaban el Rufián y compañía pasaban horas en el estacionamiento, hasta que anochecía y los carros comenzaban a llegar, entonces el grupo jugaba un último partido y se iba mientras los vecinos les reclamaban o les insultaban; el Rufián respondía con la misma grosería para irse y regresar al día siguiente. Si el partido estaba bueno entonces no se marchaban hasta que acabaran, así que los vecinos comenzaban con los claxon para hacer notar su enojo, su frustración y su desesperación.

Un día se comenzó a arreglar el estacionamiento, se amplió y cada vecino tuvo su propio espacio, ya no más embotellamientos. También se colocó una reja y el Rufián y sus amigos ya no pudieron entrar, se quedaron afuera y poco a poco dejaron de venir. Sin el Rufián se acabaron las latas de cerveza en el piso, los balonazos en las ventanas de los departamentos de abajo y las risotadas de borrachos. Todo parecía estar en calma. Se fue el tetris del estacionamiento y se fue el Rufián. Se fueron mis pasatiempos, mis gustos, las pocas ganas que me quedaban de vivir.

Con estas nuevas remodelaciones en la unidad, los vecinos se hicieron más amistosos y comenzaron a convivir más entre ellos: organizaban paseos de fin de semana y reuniones los viernes en la tarde. Mamá se puso más insoportable, quería unirse a ese círculo y no podía por mi culpa, me gritaba que le había arruinado la vida. Ya no me quería en su casa, quería que me fuera con mi padre (¡¿?!  ¡No lo conozco! ¡No sé quién es! ¡Nunca me lo dijiste! ¡Ni siquiera puedo moverme!). Me arrojaba cosas, me empujaba, llegó a lastimarme. Comenzó a ausentarse en el departamento. Me dejó (más) solo. Caí al fondo de mi espiral infinita. Lloraba todos los días. Rogaba por oír una pelea en el estacionamiento, una risa del Rufián, el sonido de mi corazón deteniéndose... ¿Por qué todo dolía tanto?


Una vez, se volvieron a escuchar toquidos de un claxon, de esos toquidos asfixiantes, que piden ser escuchados a kilómetros a la redonda; esos toquidos que exigían con tanta súplica el paso libre, el fácil acceso, el libre movimiento, la libertad. Los vecinos salieron a ver qué pasaba y no encontraron nada, no había autos estorbando ni el Rufián estaba para impedirles el paso, por lo que se metieron contrariados a sus hogares esperando que el ruido se fuera. A ningún vecino se le ocurrió preguntar que pasaba. A ningún vecino se le ocurrió ver hacia arriba. A ningún vecino se le ocurrió que ese claxon no venía de un auto, sino de otro lugar.

De mí, por ejemplo.

jueves, 26 de noviembre de 2015

Enseñando a B

I.

Un salón donde se estaba desarrollando una cena. Al fondo un pequeño escenario que empieza a incendiarse rápidamente. Los comensales –peces gordos- corren (o nadan) despavoridos intentando salir, o mínimo, proteger sus escurridizos cuerpos. 

Ramón: (quien intenta abrirle paso a la gente para que salgan más fácilmente) ¡Por aquí! ¡Rápido! Yo sabía que no nos convenía… ¡Aquí está la salida! ¡Vamos! Me las va a pagar, le voy a cobrar todo esto, no va a quedarle nada ni para su funeral ¡Por acá! ¡Vengan! Ojalá se queme aún más en el infierno ¡Vamos! (Sale)

Don Mario y Sergio cruzan corriendo, Don Mario se cae.

Don Mario: (que tira del brazo de Sergio para levantarse) Si no fuera tan peligroso, yo sí lo contrataba

Sergio: Señor Mario, está ebrio y si no coopera yo lo dejo aquí, apresúrese que el fuego ya nos alcanza. (Salen)

Gustavo: (que va con Marlene) Pasa tú primero. (Marlene cruza. Gustavo mira el salón, aparentemente es el último, las mesas más próximas al escenario ya se están quemando) ¡Ese maldito! ¡Y no le pude cobrar mi Saturnino Herrán! (Sale)

Pasa un ardiente instante. De pronto, A cruza el escenario, busca al responsable del incendio.

A: (suda y llora y vuelve a sudar) ¡Y todo es mi culpa! (Mira todo, el fuego avanza rápidamente, se dispone a salir)

La voz de B: ¡Hijodeputa!

A: (se voltea) ¡Dios! ¿Dónde estás? (El cuerpo medio chamuscado de B se deja ver debajo de una mesa, tose. A corre hacia él y lo empieza a sacar) Todo es mi culpa, lo siento mucho, nunca debí mentirte, es que yo…

B: (lo interrumpe dificultosamente) ¡Cabrón, sácame de aquí!

A: Deberías ser más amable, esa actitud…

B: ¡¡¡Pendejo, que nos estamos quemando!!!

A: ¡Perdón! Nunca hago nada bien, ese es mi problema… (Sigue hablando)

B: (Mirando a su alrededor, ve el fuego que ya bloqueó la salida) Ay, pinche pendejo

A sigue lamentándose y ofreciendo disculpas inútiles, no se da cuenta que están atrapados. Abraza a B y éste se abandona en los brazos de A, deja de luchar. A lo abraza y llora ahora de alegría. Poco a poco se va haciendo oscuro. Cuando la luz se ausente por completo y sólo se oiga la desesperante voz de A, una explosión surge. A, por fin, deja de hablar.


II.

Pecera de los peces gordos. Varios de ellos están reunidos, fumando por qué no, y platicando. B también está ahí y es quién habla.

B: … y así serían las cosas ¿Cómo lo ven? ¿Interesante no?

Gustavo: Yo diría que es un tanto gastado –por no decir bastante-. En el mercado ya hay muchos espectáculos de ésos, nosotros mismos hemos financiado dos antes, y ciertamente no generan tanto como para invertir en otro más.

Ramón: Tu propuesta no es mala, es sólo que ya la hemos visto mucho, perdón pero, no es lo suficientemente atrayente para nosotros.

B: Con su permiso, yo creo que sí vale la pena invertir. Sé que la fórmula está algo gastada, pero la gente nunca se cansa de estas presentaciones, por eso siguen tan vigentes y…

Sergio: Escucha, realmente tu propuesta no nos atrae, independiente si la gente está o no cansada. Queremos buscar nuevas propuestas a lo que estamos acostumbrados financiar y tú simplemente no la tienes. Ahora, si nos disculpas, hay 18 hoyos esperando ser ocupados.

Los peces gordos ríen. Empiezan a disponerse para salir.

B: ¡Este proyecto sí les generará más ingresos! Y… y… y… además, sé hacer trucos de magia

Gustavo: ¿Trucos de magia? ¡Por favor! Otra propuesta aún más gastada

B: Bueno, sé hacer mucha clase de trucos, no sólo de magia, sino también… mi mejor truco, lanzarle cuchillas a las personas sin hacerles un rasguño

Ramón: Sigue siendo gastado. Caballeros, por aquí, por favor…

B: ¿Y qué me dicen de… cuchillas en llamas?

Sergio: ¿En llamas? Estás delirando

B: ¡No! Es verdad. Ése es mi mejor truco, tengo una excelente puntería y si de por sí lanzar cuchillas hacia alguien ya es sorprendente, ahora imagínenlo con cuchillas encendidas.

Gustavo: ¿No es demasiado riesgoso?

B: Para los que sabemos hacerlo, no.

Sergio: ¿Y cómo podemos estar seguros de que no habrá algún percance?

B: Porque yo se los estoy diciendo, confíen en mi palabra, lo he hecho cientos de veces y nunca ha pasado nada, salvo que la gente me ovacione y pague por repetir el show.

Ramón: ¿Y podrías darnos una muestra de eso? (Todos lo miran) No pretendo que enciendas nada ahorita, pero podrías demostrarnos tu puntería. (Todos asienten, B también lo hace, no sin dudar) Muy bien. (Presionando un botón) Marlene, ¿puedes mandar traer el tiro al blanco de abajo, por favor? Gracias.

Sergio: Colegas, un trago antes de comenzar con el show. (Se encaminan hacia la salida) (Hacia B) Por supuesto, no querrás lanzar armas estando un poco mareado ¿verdad? (Ríen y salen)

B se queda solo, les hace una fina seña con la mano. Comienza a deambular por la pecera. Marlene entra con un hombre quien trae un tiro al blanco, ella trae las cuchillas.

Marlene: ¿Y el Señor?

B: Salió, fue por un trago con los demás… pero me dijo que la esperara.

Marlene: ¡Ah! Bien. Aquí está el tiro al blanco que solicitó y éstas son las cuchillas. (Al hombre) Cuélguelo ahí por favor. Gracias. (El hombre sale) (Hacia B) ¿Dónde se las dejo?

B: (galán) Viniendo de usted, déjemelas donde quiera. (Marlene ríe, le da las cuchillas, lo mira y sale)

B la mira salir. Luego, mira las cuchillas y el tiro al blanco, se cerciora que los peces aún no regresen y se anima a aventar una cuchilla, ésta ni siquiera llega a la pared, queda inútil en el piso. B la mira y corre a recogerla, se vuelve a cerciorar que nadie entre y la lanza salvajemente. La cuchilla llega a la pared pero no aterriza en el blanco, sino en la finísima pintura que estaba a un lado, rompiendo el vidrio que la protegía. B corre por ella y la saca, mira el vidrio roto pero no tan perceptible. Se regresa, ya luego arreglará el arte dañado. Vuelve a lanzar la cuchilla, vuelve a caer en la pintura, haciéndole otro agujero. Corre y la saca, se oyen pasos aproximándose, se regresa y observa la puerta por donde salieron los peces. Nada pasa. Voltea a ver el tiro al blanco, arroja otra vez la cuchilla, otra vez aterriza en la pintura y otra vez le hace un agujero, va y quita la cuchilla, observa la pintura. Un momento después, deja la cuchilla, descuelga la pintura y luego el tiro al blanco, los intercambia de lugar. Toma la cuchilla y se regresa. Fija los ojos ahora en la pintura y lanza la cuchilla, como por arte de magia ésta cae en el tiro al blanco. B se alegra y corre por la cuchilla, se regresa, pretende lanzarla otra vez. Los peces regresan.

Ramón: Disculpa, el vino estaba en la cava, hubo que mandar traerlo. (Ríe de su fineza, se fija en la pared) Ya trajeron el tiro al blanco, qué bien. Bueno, demuéstranos lo que según tú sabes hacer.

Gustavo: ¿Qué no el Saturnino Herrán estaba del otro lado? (Se empieza a acercar a la pintura)

B: (Pronto) Le aseguro que no.

Sergio: Vamos, tengo un nuevo juego de bastones que esperan ser estrenados en el campo. Terminemos con esto.

Gustavo regresa. Los peces se colocan atrás de B. B toma las cuchillas, mira la pintura y esperando el milagro divino, lanza la cuchilla, ésta cae en el tiro al blanco. B sonríe. Lanza otra, también cae en el blanco. Confiado, lanza las restantes. Todas caen en el tiro.

B: (dándose la vuelta) ¿Y bien, Señores?

Ramón: No es tan impresionante, ninguna cayó exactamente en el centro.

B: Bueno, es que yo no lanzo simples cuchillas en un reducido espacio, recuerden todo lo que hago. Un círculo enorme, alguien apoyado en él, cuchillas en llamas, todas cayendo peligrosamente y al final, nadie resulta herido y todo es espectacular. Claro, sin olvidar las luces, el humo, el agua y es más, si me lo piden, hasta animales les trabajo.

Los peces se miran entre sí y se rascan sus escamosas cabezas.

Sergio: No lo sé. No me convence.

B: Qué les parece si les hago un show privado, una cenita exclusiva para ustedes y sus conocidos, donde les demostraré qué bien sé hacer esto y qué impresionante es; verán como hasta ustedes me van a querer pagar de lo satisfechos que quedarán. Vamos, los gastos corren por mi cuenta. Comen bien, disfrutan mi show y al final hacemos bis… negocio.

Gustavo: Podríamos intentarlo…

Sergio: No perdemos nada…

Ramón: Pero si después de la cena no nos convence, le suplicaremos que por favor deje de buscarnos.

B: Está bien, acepto, aunque luego ustedes serán los que me busquen (Ríe, los peces también lo hacen comprometidamente)

Gustavo: Podríamos llevar al Señor Mario, él se dedica a estas cosas, puede darnos su opinión, es muy valiosa para nosotros (Ramón y Sergio asienten)

Ramón: Bueno, vaya con Marlene por favor y pida que haga la cita. Nos estaremos saludando pronto.

B: Eso delo por hecho.

Sergio: Caballeros, el campo nos espera.

B se despide de los peces, se dan la mano. B sale. Los peces toman sus portafolios y otras cosas de peces gordos. Empiezan a salir. Gustavo mira el tiro al blanco y la pintura.

Gustavo: Digámosle a Marlene que saquen el tiro al blanco y… yo podría jurar que el Saturnino estaba del otro lado.

Se aproxima a la pintura. Oscuro.


III.

Fiestecita en casa de Cristian. Del lado izquierdo del escenario B está platicando con Cristian, Memo y Lalo. Del lado derecho está A con Clara. Hay botellas vacías, bolsas de frituras, vasos llenos y sin dueño y demás basura típica de fiestecitas regada por todo el espacio. Todos beben. La noche ya ha avanzado. A mira con mucho interés a B, quién parece ser el alma de la fiesta. Suena el teléfono de Cristian, él sale.

Clara: Otra vez se te están yendo los ojos…

A: (regresa la mirada) ¿Ehh? Jejeje, no lo puedo evitar… (B ríe estruendosamente, ambos lo miran) ¿Quién es?

Clara: No sé, un amigo de mi hermano; apenas y lo conozco. No me cae muy bien, se me hace medio fanfarrón y pesado.

A: A mí me agrada

Clara: Sí, ya lo noté

Ríen un poco. Entra Cristian, le habla a Clara, ella lo mira, Cristian le hace señas de que se acerque. Clara va hacia él, se lleva a A consigo. Todos se reúnen.

Cristian: Muchachos, para quienes no la conozcan, ella es mi hermana (La saludan)

B: (Mirando a Clara, evidentemente con alcohol en la sangre) No, pues yo sí tengo el gusto, bro.

Cristian: Cálmate güey.

Clara: (molesta) ¿Qué pasó?

Cristian: Oye, me habló Paco, que está perdido, viene en el auto, ya medio lo ubiqué pero no da con la casa, vamos por él ¿no? (Clara duda) Anda, y de paso vamos a comprar más chelas, ya casi no hay.

B: Se machín y vete tú solo, aquí cuidamos bien a la Clarita ¿ehh? (Varios ríen, entre ellos A)

Clara: (Cortante) Te acompaño (Mira a A con malicia, voltea a ver a B) Mejor te encargo a mi amigo, no conoce a nadie más que a mí y se siente un poco solo.

B: (Ríe) Lo tomaré como que me estás pidiendo un favor Clarita, ya me lo cobraré (Ríe más y abraza a A, éste enrojece) Tú tranquila, aquí cuidamos bien al Félix

A: (Quedito) No me llamo Félix

Cristian: Vamos. (Cristian y Clara salen, B mira salir a Clara)

B: Ay, esa Clarita, na'más porque es la hermana de mi bro (todos ríen, B suelta a A y toma un vaso de algún lado, se bebe el contenido. A lo mira, está nervioso)

Memo: (Hacia A) ¿Qué chavo? ¿A poco no conoces a mi buen valedor?

B: (Mirándolos) ¡Claro que me conoce! ¡Es el Félix!

A: No me llamo así

B: ¿Ah no? No, pues yo a este güey no lo conozco entonces, pero a ver ¿Qué tranza chavo? ¿Qué te traes con la Clarita?

A: Yo nada, estudiamos juntos pero sólo somos amigos

B: Ay ajá… seguro te hizo un pinche “Home run” y te dejó en la “friend zone” ¡pinches viejas! Todas son así, na'más nos quieren tener de pendejos tras de ellas y a la mera hora, nada. Ay esa Clarita, quién la viera ¡todos aquí te entendemos! ¿Qué no? (Los demás asienten) Pero ya chavo, tómate una con nosotros, verás que te sentirás mejor. (B toma otro vaso de por ahí, se lo da a A, éste duda) Ándale güey ¡fondo! (Todos lo animan, A se lo toma de golpe, se lo termina, B ríe) ¡Éste es de los míos!

A: (poniéndose rojo –por B y por el alcohol-) ¡Pinches viejas! (Ríen. A mira su vaso vacío, lo avienta y cae justo sobre otros dos, formando una mini pirámide. Todos lo miran sorprendidos)

B: ¡No mames! ¡Pinche güey chingón! ¿Cómo hiciste eso?

A: ¿Yo? Ehh… pues… lo hice… a propósito

B: Ayayay

A: ¡En serio! (Agarrando confianza) Es… uno de los trucos… que hago… (Todos lo miran) Es que… yo hago shows de esto, tengo muy buena puntería… ya saben… donde pongo el ojo pongo la bala… y así.

Lalo: ¡Dices! No le creo, para mí que fue pura coincidencia

Memo: ¡Seguro! Pinche güey choro (B se ríe)

A: (Mirando a B) ¡Es verdad!

B: (Riendo) A ver chavo, calla a estos valedores y hazlo otra vez (Toma un tercer vaso, se lo bebe de golpe y se lo da. A lo toma, duda, lo lanza, le da justo al centro de la pirámide y la derriba)

Lalo: ¿Qué? ¿Qué fue eso?

A: Es que… ahora le cambié… quise derribar la pirámide en vez de hacerla más grande ¡y me salió! ya saben… donde pongo el ojo pongo la bala (ríe quedito, B lo hace estruendosamente)

B: (Riendo) ¡No mames, güey! ¡Qué chingón eres! ¡Hasta me haces reír! (Lalo y Memo lo miran) ¿Desde hace cuánto que haces estas madres?

A: (alegre) Desde hace unos años… un día descubrí mi habilidad y le saqué provecho

B: (siempre riendo) Abusado el güey, tons ¿te pagan por hacer esto?

A: Ajá… mucha gente me conoce y… bueh, ellos son quienes me buscan

B: Ay sí, ay sí, apoco sí tan bueno

A: Pues sííííí

B: Meh, y apoco te buscan por ver como pones unos pinches vasitos y luego los tiras

A: Ah… no… también hago más cosas… escapismo y así (Memo y Lalo se desesperan y se van)

B: (quien no nota que se fueron) ¿Escapismo? ¿Qué es eso? ¿”Jaudini” y esos güeyes?

A: Ajá…

B: (ríe más) ¿Neta, neta? Pinche güey, me estás queriendo picar los ojos ¿verdad?

A: (más cómodo ahora que están solos) ¡No! Es verdad, si quieres un día te invito a uno de mis shows, hago juegos con luces, humo y agua, incluso, si me lo llegan a pedir, utilizo fuego o animales. (B lo mira asombrado, A se anima aún más) Hago escapes, trucos de magia, corto a personas en dos, desaparezco camiones… peeero, mi mejor truco, es lanzarle cuchillas a gente sin hacerles un rasguño (acaricia una mejilla de B)

B: (con la boca abierta) ¿Neeeta?

A: Ya te dije que sí, si quieres, te puedo enseñar cómo se hace, cuando quieras, ahorita por ejemplo (se va a acercando a B)

B: (medio incómodo –por A y por el alcohol-) No chavo, ahorita no, ando medio mal ¡no estoy ebrio! Pero como que ya todo se me mueve (se sienta donde pueda hacerlo) Ay güey, que cabrón me saliste, estaría chingón verte hacer tus madres esas, pero ya dijiste chavo, un pinche día me enseñarás cómo se hace eso…

A: (Se coloca a su lado) Claro que sí…

Entra Clara

Clara: Perdón, el… (Mira a B) este hombre, ya está perdido de borracho, siempre se pone así, espero no te haya molestado

A: Para nada

Clara: (arrugando la nariz) no pues tú vas por el mismo camino, anda, vente para acá, déjalo solo

A: Fue divertido hablar con él

Clara: Ajá, es divertido cuando no eres mujer y no te anda diciendo estupidez y media, además, tú estás mal, cómo te puede agradar alguien así

A: Es muy guapo

Clara: Osh, vente para acá mejor (A la ignora y mira a B quien ya se quedó dormido) Haz lo que quieras.

Clara sale. A sigue observando a B y lo acomoda afectuosamente en el piso. Quita algunas cosas para que no le estorben. Toma un vaso, mira a su alrededor y observa un cúmulo de basura, le avienta el vaso, falla. Ríe. Toma el vaso otra vez y lo vuelva a aventar, ni siquiera se acerca; repite la acción otra vez y de nuevo falla.

A: Es el alcohol (Ríe y sale)


IV.

Un pequeño escenario de madera con el telón cerrado. Un círculo gigante, también de madera está instalado en un lado del escenario; a los pies del círculo, varias cuchillas. A está solo; mira todo a su alrededor y luce bastante nervioso. Pronto se empieza a escuchar música de fondo, ruidos de cubiertos chocando con platos y voces platicando; todo proviene de detrás del telón. A toma las cuchillas, se coloca al extremo opuesto del círculo y lanza las cuchillas, todas quedan inútilmente en el piso, muy lejos del círculo. A se agita aún más.

A: (irónico) El alcohol ¿verdad?... (Toma las cuchillas y las deja en la mesa, quiere romper a llorar)

Entra B.

B: Ya estás. Empezaron a cenar. Ahora es cuando.

A: (Reponiéndose) Ahh… sí. Y… ¿cómo va todo?

B: (mientras va a la mesa) Muy bien, al final sí me van a financiar el proyecto. Soy un chingón.

A: Ahh ¡qué bueno! Me da gusto. Bien por ti. Por fin vas a realizar tu sueño.

B: (quien tomó unas cuchillas y finge que las avienta hacia el círculo de madera) ¡Claro! Pues con quién crees que estás hablando, puedo hacerlo todo.

A: (sonríe) y… sí…

B: Bueno ya, estamos perdiendo el tiempo. Qué crees, ahí afuera está el Mario, ¿te acuerdas? El don que te conté una vez, el que maneja los espectáculos para amenizar estas pinches reuniones; pues hace rato me lo topé y le dije de ti y tu show que haces, se interesó mucho, y adivina, me dijo que si lo sorprendíamos igual y hasta te hace una cita para que chambees con él.

A: (sorprendido, algo incómodo) ¿Tú… tú le contaste de mí?

B: ¡Sí, hombre! Le dije que eras el mejor en estas artes de arriesgar el físico, que no hay nadie como tú y que te la rifas bien chido. Ya sabes como soy de aplicado para esto del habla, luego luego lo convencí. Mira, en los “bisnes” uno no puede hablar como quisiera, hay que demostrar clase para que le hagan pinche caso a uno. Pero ya que te dan el “mony”, te haces su amigo y vale madre el verbo; pero mientras, a reír con sus chistes y tomar vino y todo eso.

A: (revolviéndose) ¿Tú… tú crees que soy el mejor? (sonríe) gracias… que tú me lo digas… yo… ehh… y bueh, tampoco es que lo sea, de hecho yo…

B: No empieces de pinche modesto, si se escuchaba bien padre todo lo que me contabas de los shows que dabas, pero uno que andaba picando piedra pues ni tiempo de nada ¿verdad? Todo el tiempo andar tras los peces gordos... (Pausa) pero bueno, ya nos seguimos platicando otra vez y no me estás enseñando nada…

A: Me gusta platicar contigo… y es que… yo te dije que era difícil hacer este truco, hay muchas cosas que pueden afectar la trayectoria de las cuchillas y…

B: Sí, sí, ya sé, pero no aplica ¿sabes? Dijiste que si había mucho viento las cuchillas se desviaban: cuál pinche viento ves aquí, no hay. También que si el mono que se ponga se mueve mucho hay riesgo de picarlo: estos güeyes no se quieren morir, se van a quedar quietecitos quietecitos, ya vas a verlo. Ya güey, no hay riesgo aquí; además, tengo una buena puntería, aprendo bien rápido, nada más dime “debajo de la mano izquierda” y ahí la pongo

B arroja una cuchilla, cae en el centro exacto del círculo, ambos lo miran por un momento.

B: Bueno, por eso estás aquí, para darme unas clases rapiditas, así que vele metiendo, que se está acabando la cena y nuestros peces gordos quieren algo de diversión.

A: … también está el riesgo del fuego…

B: (Pausa) Eso sí, pero digo, si la pongo bien así, con fuego igual, las llamas son un plus, es para darle más dramatismo

A: Yo creo que mejor deberías presentar otra cosa, no me gustaría que salieras lastimado y aún hay tiempo, puedes conseguir que alguien venga… a cantar por ejemplo

B: (mirándolo con un poco de angustia) No mames, si te hablé a ti es porque haces unos shows bien chingones y quiero apantallar a mis peces gordos, para que amarre aún mejor este “bisne”; y que mejor que sea yo quien haga el pinche show para que vean mi talento artístico. Y es más, ya hasta igual te conseguí chamba con don Mario…

A: (interrumpe) ¡Nunca has visto mis shows!

B: ¿Y? Siempre andas de hablador diciendo lo chingón que eres y lo bien que te va. Pues aquí estás ¿no? Pinche dramita que me estás haciendo, qué chingados contigo. Cuando te pregunté si me enseñabas me dijiste que sí y hasta me cobraste por adelantado, cabrón. Ya vas, que los dos salimos ganando, yo amarro “bisne” y tu amarras chamba y fama. Ándale, enséñame cómo y dónde debo lanzar estas madres, yo aprendo en “fa”; qué, qué significa esa pinche cara, no me quieres enseñar o qué; ya te pagué, güey…

A: Si quieres hasta te regreso tu dinero, y si te hago “dramita” es porque… pues… me preocupas (duda) y bueh, es que yo… a pesar de lo que dije… no sé cómo…

B es llamado desde afuera, sale. A se pasea por todo el escenario. B regresa.

B: Ya están acabando de cenar, se chingaron todo, chale, yo ni probé bocado, ni modo. Bueno ya, vas, préndele fuego y dime dónde las lanzo.

A: ¡Un momento! Antes debemos bendecir todo, ya sabes, para que no haya riesgos

B: (lo mira) ¿neta?

A: Sí y… yo no trabajo si no bendigo todo, TODO el escenario antes.

B: (algo preocupado) ay güey, me hubieras dicho antes, pues ya vas, na'más no te tardes tanto…

A: Ayúdame… sólo repite lo que yo haga… y quédate cerca de mí…

A toma las cuchillas y un poco de gasolina; empieza a recorrer el escenario haciendo movimientos extraños e improvisados con su cuerpo y las cuchillas, a veces hace ruido con su garganta. B lo imita pero poco a poco empieza a impacientarse y a preocuparse. A se adentra aún más en el “ritual” que según él, está llevando a cabo, al punto de que empieza a arrojar gasolina.

B: ¡Güey, no mames! ¿Qué haces? Tranquilo, ya duró mucho tu pinche ritual, ya enséñame, me dijiste que era fácil cabrón… (Le quita una cuchilla y le apunta)

A: (asustado) Está bien, está bien. No me lastimes… (Lo mira) Es sólo que siempre hago esto…

La música para. Los cubiertos y platos dejaron de escucharse durante el ritual y ahora sólo se oyen voces conversando. B se pone muy nervioso, entreabre el telón y se asoma; cierra el telón, va hacia A dificultosamente.

B: Oye… es que… te voy a decir la neta…

B está muy cerca de A, lo mira; A yergue su cuerpo y está visiblemente nervioso.

A: ¿La… la neta?

B: Sí… esto empezó desde antes y si te hablé fue porque ya no lo podía seguir evitando…

A: (Algo sensual) Sólo dímelo…

B: (Mira a A algo extrañado) Aaajá… bueno, ahí va (A cierra los ojos y suspira)  Bueno, ¿qué chingados te está pasando?

A: (Abre los ojos) Perdón, por favor habla

B: (Lo mira un segundo, respira) pues ahí va: allá afuera las cosas van de la chingada. Desde antes esos güeyes no se interesaron mucho en mi proyecto; esta pinche reunión es mi patada de ahogado, nadie me estaba aceptando la invitación y la neta… me acordé de ti y… ya sé que soy un pendejo pero se me ocurrió decir que yo sabía hacer estas madres; pinches morbosos, sólo así me pusieron atención, les prometí que si venían les haría un showcito y… la neta creo sólo por eso están aquí. Antes de la cena unos ya se me andaban durmiendo, nada más esperan el show y chance sí se interesan en mí. A don Mario le dije que tú me habías enseñado y por eso me hizo la oferta, en mí va a ver tu trabajo, güey, si me hundo te hundes conmigo, no mames, ya dime cómo, ya acabaron de tragar, se me acaba el tiempo…

A se queda pasmado

A: Era eso

B: ¿Cómo que “era eso”?

A: Perdón, yo creí que… claro, que estúpido soy, cómo pude creer que tú…

B: (Lo interrumpe) Güey ¿si me escuchaste? Eres mi pinche único y pinche último chance, te necesito pero ya ¿Qué te está pasando? ¿Qué chingados dices?

A: (Sonríe) ¿tu único?...

A se queda pasmado un poco más, de pronto, abre los ojos enormemente, entra en estado de shock; voltea a ver a B, se le empieza a desencajar la mandíbula, lo invaden temblores. B lo mira exasperado, agita las manos pidiendo una respuesta.

A: Es que yo no sé cómo se hace esto… (Mira el círculo de madera)

B: ¿Qué?

A: Sólo soy un… pinche hablador… yo… nunca creí que llegaría tan lejos… no sé… perdón…

B: ¡Que tu pinche perdón ni que nada! (B se lanza contra A; afuera, empiezan a aclamar por ver su show) ¡Sácate a la chingada, cabrón! ¡En mi jodida vida te quiero volver a ver! ya, lo haré yo solo, qué tan difícil puede ser…

A intenta abrazarlo, B levanta el puño en forma amenazante, A se aleja, lo mira y sale corriendo; se abre el telón. Aplausos, B se regodea con ellos; toma una cuchilla, la empapa de gasolina; le prende fuego, el calor trepa por su mano, le arde; B deja caer la cuchilla justo en el lugar donde A había arrojado gasolina durante el ritual, en el escenario de madera…

martes, 13 de octubre de 2015

Deconstrucción

J'ai peur
C'est la scène.

Un montón de partículas comienzan a despertar de su letargo. Se mueven cada vez más rápido, se van aglomerando en mi cabeza, adentro. Chocan entre ellas, una, otra, otra y luego otra; aumentan, en número, en velocidad, en caos.

Las siento...

Mis pies, ahí hay, ahí también se juntan, ahí también se encuentran, ahí también se desesperan.

Cierro los ojos. Las siento...

(Por favor)

Y en mis manos se despiertan igual, se acumulan. Ya no duerme ninguna. Ahora, ya activas, esperan.

Todas

(Otra vez)

Al mismo tiempo

(De nuevo)

Empiezan a correr

(No)

Rápido

•No me da tiempo

Buscan juntarse

•¿Por qué?

Ya casi llegan, es mi centro su destino

•Me aferro, es todo

Y arriban al mismo tiempo

La explosión
en mi interior
sucede
El dolor
lleva tu nombre.



Lo que más quería en el mundo era acariciar tu cabello. Cada vez que lo veía reprimía el deseo de posar mi mano sobre él. Tes cheveux ont inventé une nouvelle couleure, c'est ineffable. Lo pensé. Vaya que lo pensé. Pero cuando estaba a punto de intentarlo bajaba un poco la mirada y me encontraba con tus ojos. Y me volvía débil y mi mano se quedaba en su lugar. Porque entonces creía que eran tus ojos y era tu mirada lo que yo más quería acariciar en el mundo. Y no podía. Tus ojos estaban llenos de palabras que quería oír, por eso me absortaba en ellos, para tener aunque sea una línea. El tiempo no pasaba. Y de tanta insistencia en leer, tu mirada giraba muy lento y me veías, y en cuanto me veías tu boca se curvaba y aparecía ante mí lo que más quería acariciar, abrazar y amar en el mundo

Tu sonrisa

Todos deberían ver lo hermoso que eres cuando sonríes

Todos

Yo
Una vez
Siempre
Me abandoné
Dejé de pensar
Abusé
Y me fui
Arrastré mi mundo y mi vida a una espiral en decadencia
Perdí
A mí misma
A todo
Me dejé llevar y no me di cuenta que sólo estaba destruyendo
Porque por más que quería, no debía
Tes cheveux, tes yeux, ton sourire
No debí
Terminé cayendo
sin nada
sin nadie
sin ti
No quería arrastrarte pero no pude evitar que te hayas convertido en luz para mis días
Lo siento

Yo sé
que en algún momento
en algún lugar
algún día
en un idioma
Tú...
Yo sé
Espero
Deseo

Maintenant, je vois un nuage, il est très beau (Toi), il est lumière, il vole, il oublie, il part. Je perds mon pièce de ciel, je ferme ma bouche et je ne souris plus nouveau.


miércoles, 4 de marzo de 2015

El resplandor de la luna

Te conocí en la noche, en medio de la negrura. Justo cuando la luz blanca apareció, estabas ahí.

Sólo me basto tomar tu mano una vez para grabarte en mi memoria, para cerrar los ojos y dejarte a ti los pasos, para ya no caerme, para sentirte aquí, aún cuando estabas tan allá.

Todavía recuerdo cuando el verano éramos nosotros. En el cielo azul de abril. Tu cumpleaños. Tantas estrellas. La luna.

La luna.

Tú.

Que me hiciste a mí.

La luna.

Yo.

Y aún no me bajo. No encuentro la forma. No quiero.

Sinceramente, no me acuerdo de El día. ¿Qué pasó? ¿Qué viviste? ¿Qué hice? Unas botas, pasto, el viento, faltaba azul, oía la misma canción, me pude haber muerto. Tú ya no estabas.

¿Y después? Apareciste en casi dos, apagaste la luna, me quedé allá arriba. Me acosté y me di la vuelta.

Hoy corro mucho, me llevas años de ventaja. Me quiero ir. Voy a correr hasta borrarlo todo. Llegaré otra vez a la negrura. Me quedaré sin aliento pero, en mi último jadeo, la luz blanca aparecerá y ahí estarás tú, como antes.

Te voy a alcanzar, te voy a abrazar, te voy a llorar. Creeré en todo cuando te vea de nuevo.

Porque la espera no fue la misma cuando pensaba en el tiempo y cuando pensaba en ti.

Te eliminaré de quimera.

Pero

Si fallo

Si no puedo

Si no te alcanzo

Si ya no te encuentro

Sigo dejando la ventana abierta, mi sonrisa en la cara y nuestra luna prendida.

Por si volvieras.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Helénico

Zeus en la tierra.

Griego.

Tus ojos profundos, tan profundos como tu reino. Tienes el cielo en los ojos.
Tu faz, nieve de espejo.
Tu mano, mi corazón.

Y el alma escurriendo en nuestro dedos,
y el sol en el alma.

La lira suave que sale de tu boca y el abrazo que me da cuando dices mi nombre.
Tu semblante turbado y yo mundana intentando consolarte... que risa, como si en tu perfección no encontraras la calma. Y aún así aceptas mi ofrenda. El martirio de un dios.

La maravilla de verte.
Tu divinidad al aparecerte.

Zeus en la tierra.

Y te he encontrado.

(Y cada vez que vuelves al Olimpo, vas diciendo mi nombre.)