miércoles, 4 de marzo de 2015

El resplandor de la luna

Te conocí en la noche, en medio de la negrura. Justo cuando la luz blanca apareció, estabas ahí.

Sólo me basto tomar tu mano una vez para grabarte en mi memoria, para cerrar los ojos y dejarte a ti los pasos, para ya no caerme, para sentirte aquí, aún cuando estabas tan allá.

Todavía recuerdo cuando el verano éramos nosotros. En el cielo azul de abril. Tu cumpleaños. Tantas estrellas. La luna.

La luna.

Tú.

Que me hiciste a mí.

La luna.

Yo.

Y aún no me bajo. No encuentro la forma. No quiero.

Sinceramente, no me acuerdo de El día. ¿Qué pasó? ¿Qué viviste? ¿Qué hice? Unas botas, pasto, el viento, faltaba azul, oía la misma canción, me pude haber muerto. Tú ya no estabas.

¿Y después? Apareciste en casi dos, apagaste la luna, me quedé allá arriba. Me acosté y me di la vuelta.

Hoy corro mucho, me llevas años de ventaja. Me quiero ir. Voy a correr hasta borrarlo todo. Llegaré otra vez a la negrura. Me quedaré sin aliento pero, en mi último jadeo, la luz blanca aparecerá y ahí estarás tú, como antes.

Te voy a alcanzar, te voy a abrazar, te voy a llorar. Creeré en todo cuando te vea de nuevo.

Porque la espera no fue la misma cuando pensaba en el tiempo y cuando pensaba en ti.

Te eliminaré de quimera.

Pero

Si fallo

Si no puedo

Si no te alcanzo

Si ya no te encuentro

Sigo dejando la ventana abierta, mi sonrisa en la cara y nuestra luna prendida.

Por si volvieras.

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